Llegó enero y apareció la nieve en el viñedo, ¡bienvenida! Tras las nevadas generalizadas en toda La Rioja, asoman sonrisas en las caras de los viticultores. Han madrugado los copos blancos en este recién llegado 2021, cosas del cambio climático… Y están contentos los agricultores porque la nieve, en su justa medida, es muy beneficiosa para el viñedo. En primer lugar son reservas de enorme valor para la viña y, además, su poder fitosanitario resulta fundamental para la prevención de enfermedades.

En invierno la planta se sume en lo que se conoce como parada vegetativa, donde la vid se repone y la savia deja de circular. En estos meses hongos e insectos se protegen de las bajas temperaturas en la corteza de las cepas esperando que lleguen meses más benignos. El frío y la nieve eliminan a estos desleales compañeros de viaje. Cuando llegue la primavera la planta podrá crecer vigorosa, fuerte y sana. Por otra parte estas nevadas retrasan la brotación alejando en cierta medida el peligro de las heladas.

Los beneficios pueden resumirse en tres puntos:

• Hídrico: la viña necesita agua y la forma en la que la nieve la aporta se antoja como ideal. Cae poco a poco y, sobre todo, el deshielo se produce de manera paulatina, permitiendo que el suelo se empape con un aprovechamiento más efectivo y eficiente. Además no maltrata el terreno arrastrando la tierra y erosionando la viña.
• Sanitario: multitud de agentes indeseados para la salud de la vid -hongos e insectos- viven refugiados del frío entre los restos de la poda y la corteza de la planta. La nieve y las bajas temperaturas son enemigos mortales para estos elementos que sufren y en general mueren con las nevadas.
• Cicatrizante: generalmente con la poda se producen heridas que pueden traer enfermedades a la cepa. El frío intenso y la nieve ayudan a matar las células internas que quedan expuestas, creando una capa cicatrizando muy beneficiosa para la vid ya que evita que muchos virus de la madera penetren por estas heridas.