Nunca me ha gustado aquella frase tan manida de “es un mar de viñas”. Pero reconozco que fue lo primero que pensé al bajar al cementerio de Bodegas Montecillo; bueno, con un pequeño matiz: “es un mar de botellas”. ¡Dios mío! Cientos, miles de botellas apiladas esperando “su” momento, el momento de ser descorchadas. Bendito cementerio… Sigue leyendo