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MAGIA EN EL VIÑEDO DE MIGUEL ÁNGEL DE GREGORIO

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Tenía ganas de llegar a bodega. Miguel Ángel me había propuesto un juego y ardía en deseos de ponerme en faena. Veníamos de un viñedo histórico, Mártires. Y el juego era muy sencillo…

“Coge un puñado de tierra que esté húmeda y luego descorchamos una botella y vemos si ese suelo llena la copa. Si lo sientes, es que lo hemos hecho bien”. Y no sé si sería por sugestión o por la conjunción de los astros, pero… ¡estaba ahí! Tierra y vino caminaban de la mano en esa copa. Fue bonito recordar en cada trago la magia de un lugar inexplicable junto a Briones.

La historia vitícola de Miguel Ángel de Gregorio comienza hace treinta años con una generación que rompió moldes. “Nacimos en torno al ’64 -qué gran añada, y perdón por la digresión- con gente como Juan Carlos de Artadi, Marcos Eguren, Benjamín Romeo, Agustín Santolaya, Álvaro Palacios o Peter Sisseck, a los que nos llamaban heterodoxos. Realmente no teníamos demasiado claro lo que buscábamos, aunque teníamos clarísimo lo que no queríamos hacer. Perseguíamos una especie de retorno a lo conocido; si pruebas los vinos de las casas históricas de los años ’50 eran los que nos gustaban, vinos con alma de esos que te golpeaban con magia en la copa”.

Un ideal que requería viñas y maneras de las de antes. “Mis plantaciones son como aquéllas: 5.000 plantas por hectárea y producciones de unos 3.500 kilos. Intentar volver a ese modelo que criaba los vinos, no como en los ’70 en los que se hacía creer que se criaban por la vainillina del roble americano. Las 230 que trabajamos en Briones son parcelas pequeñas, algunas de ellas mínimas, con singularidad”. La tierra de los mil vinos, que la frase es de nuestro protagonista.

Seguimos en Briones, “república independiente” dentro de Rioja Alta. “Caigo por casualidad aquí, trabajaba en la Escuela de Agrónomos y tuvimos que hacer un estudio sobre la mecanización de la vendimia. En Francia había unas 9.000 vendimiadoras, en España cuatro y a mí me tocó en suerte Briones, donde estaba el 25 por ciento del parque nacional, es decir, una. Hablo de 1986 y fue cuando descubrí esta comarca. Briones es diferente por todo, por geografía, por orientación, por geología, por su historia como castro fortificado de los berones… ¿sigo? Siento que es aquí donde puedo hacer los vinos que quiero”. Como Mártires, como Aurus, como Calvario…

Miguel Ángel, defíneme el concepto magia en un viñedo. “Es lo que siento en Mártires. Yo soy radiestésico y al pisar su suelo noto algo. Su magia está en la copa, pero viene de una localización privilegiada llena de magnetismo, como la mayoría de los grandes vinos del mundo; hemos estado allí, junto a la ermita, lo has visto, todo el suelo que lo rodea es calcáreo, pero Mártires es una especie de cuenco de roca con otro tipo de suelo completamente arcilloso, nada que ver con el del otro lado del camino. Eso es lo que yo entiendo como magia en un terruño”. Y volvemos a la copa, la arcilla primaria, una copa que huele a gran vino. “Lo tienes en nariz, el terruño llega a las cepas de viura y da este blanco. La viura es una de las grandes variedades blancas cuando está bien cultivada, cuando alcanza su madurez aromática ofrece mieles, maracuyá, lila… Y todo llega de la tierra, no de normativas ni de leyes”.

Para el bodeguero Briones es, si hablamos de tintos, tempranillo. Y así seguirá siéndolo, pero estudia con interés otras dos tintas tradicionales como son el graciano y la garnacha. «Hemos perdido mucha diversidad varietal en Rioja en favor de algunos tipos de tempranillo que, seguramente, no sean tan mágicos como las garnachas históricas que se arrancaron. Es, junto con el graciano, una alternativa que tenemos ahí porque son de ciclo más largo. De la garnacha nacen vinos muy elegantes, agradables, con un tanino dulce y limitada estructura, que además es la tendencia actual. El graciano lo veo más como un complemento».

Su cabeza es un no parar, las ideas van y vienen con rapidez: “Hacemos diez vinos, pero ahora estoy centrado en «meditar vendimias». Hace treinta años empezamos a hacer lo que ahora se llaman viñedos singulares como Calvario, Aurus o Mártires, y seguimos con Marure, Gaminde y Mingortiz, porque aportan algo diferente. En breve presentamos un rosado, vamos a intentar hacer uno de los grandes rosados del mundo: Yzar. En enero ha salido la cosecha 2020, pero la ‘21 y la ‘22 están ya vendidas. Estoy contento. Para situarte nuestro modelo para el Allende Rosado fue Château Simone, gran bodega de enorme prestigio con un solo fallo, que no está en Briones”. República independiente, no lo olvidemos.

Dejo a Miguel Ángel ideando proyectos, soñando vinos. Todos ellos son reflejo de una personalidad arrolladora que no deja indiferente, es sin duda uno de los grandes. Fuera hay ruido, pero a él no le afecta porque sigue su camino sin perder el tiempo mirando alrededor. “En mis botellas va mi nombre y respondo de cada una de ellas, no me escondo tras etiquetas como Rioja o Viñedo Singular. Y me juego mi prestigio cada vez que alguien abre una, sea en Logroño, en Madrid, en Dubái o en Nueva York”. Así es él, peculiar, intenso, único…

Fotos: Diario La Rioja – Justo Rodríguez

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