Todavía nos queda mucho por aprender a la hora de vender vino. No seré yo quien diga que en La Rioja haya que tener el toque de Francis Ford Coppola ni que debamos contratar un elenco de actores hollywoodiano para hacerlo, pero sí que de vez en cuando vendría bien dejarnos llevar, mirar la vida con otros ojos y echarle un poco más de imaginación…
Toca disfrutar con este corto de intriga vitícola que nos llega de la mano del maestro americano: The red stain (La macchia rossa). Una mancha roja desata la intriga en la que nos sumergimos deseando descorchar una botella de tinto, porque… ¿qué otra cosa sino una mancha de vino puede ser esa macchia rossa?
La trama comienza en un pueblecito italiano perdido del mundo, donde un americano lleva a la tintorería una camisa con una mancha roja. Los propietarios, una pareja de abuelos con ganas de aventuras, especulan: ¿de dónde ha salido esa mancha?, ¿a quién esconde en realidad el joven yankee de la camisa tintada?, ¿qué hay detrás de este encargo? Cada uno tiene su teoría, a cual más alocada: amores secretos, extraterrestres, supuestas venganzas y espías dobles se ensamblan en la desatada imaginación de los rejuvenecidos ancianos. El cine clásico del bueno se mezcla con desternillantes detalles de serie B.
La bodega Francis Ford Coppola Winery, ubicada en Sonoma (California), no es una más: ofrece a los visitantes una estancia de lujo entre viñedos, con piscina, restaurante y un museo cinematográfico y admirar algunas de las estatuillas con las que ha sido galardonado. Silencio, que empieza la “peli”. Disfrutaremos con el italiano, aprenderemos inglés y, sobre todo, nos cultivaremos con la maestría de un genio del cine y, a lo visto, del marketing. Deliciosa La macchia rossa, aconsejable para cualquier amante del buen cine y del mejor vino.