Declaración de intenciones: “Nos gusta mancharnos las botas en el viñedo, hacer vinos con el corazón, libres, sin encasillar, que reflejen nuestra personalidad y la de los viñedos que trabajamos. Proponemos un estilo de vino más allá de rigideces geográficas o administrativas, tiempos de crianza o número de barricas en bodega”. Estos son sus principios; al contrario que Groucho Marx, si no le gustan, los chicos de Rioja’n’Roll no tienen otros. Se siente…
Las siete bodegas se presentaron en sociedad en Madrid por todo lo alto. A ritmo de rock and roll, este grupo desigual y variopinto dejó clara su apuesta decidida por la religión del terruño, “de ese viñedo genuino en el que se respeta de forma rigurosa la tierra y sus tiempos”. Con casi dos años de vida compartiendo experiencias, su consigna In grapes we trust cobra más fuerza que nunca.
Entre canción y canción, subieron al escenario para presentar sus vinos, los artífices y auténticos protagonistas de la noche madrileña: Olivier Rivière, Tom Puyaubert, Arturo y Kike de Miguel, Sandra Bravo, Bárbara Palacios, Eva Valgañón y Bryan MacRobert.
Todos ellos viticultores muy personales –ataduras no, gracias– que nadan a contracorriente de las trabas que impone un sector dominado por vinos clónicos, y que comparten unos cuantos preceptos innegociables: respeto riguroso por la tierra, reivindicación del gran patrimonio vinícola de Rioja y pasión por su profesión. Este es el quién es quién:
Olivier Rivière – OLIVIER RIVIÈRE VINOS: Francés de Cognac, Olivier, formado en Burdeos, trabajó en Borgoña antes de llegar a España, de la mano de Telmo Rodríguez. Presa del amor por el viñedo riojano, en 2004 se instaló en Cárdenas (Rioja Alta), donde dos años puso en marcha su propio proyecto. Valedor de una filosofía poco intervencionista, respetuosa con el entorno, trabaja actualmente cerca de 6 hectáreas en Rioja Alavesa, origen de una singular gama de vinos de pueblo. Su inquietud y pasión vinícola le han llevado también a elaborar en Arlanza y Navarra.
Tom Puyaubert – EXOPTO: El bordelés Tom Puyaubert llegó a Rioja para vender barricas y acabó rellenándolas. Inició el viaje, en el año 2000, como comercial de una conocida tonelería francesa, pero se enamoró de la región y en 2003 elaboró sus primeros vinos a partir de viejas cepas de garnacha, tempranillo, graciano y blancas tradicionales que descubrió en las faldas del Monte Yerga y en Ábalos. En total, 10 hectáreas de viñedo.
Arturo y Kike de Miguel – ARTUKE: Esta pareja de viticultores de Baños de Ebro, los hermanos Arturo y Kike de Miguel, llevan el vino en la sangre y se han liado la manta a la cabeza para reivindicar su oficio volviendo a las raíces. Trabajan 32 parcelas de viñedo –plantadas en 22 hectáreas, entre Baños de Ebro y Ábalos– para alumbrar sus vinos de pueblo y de parcela.
Sandra Bravo – SIERRA DE TOLOÑO: Tras pasar por Chianti, Burdeos, Nueva Zelanda, California y Priorat, y en el año 2012 llegó a Villabuena, donde inició una revolución silenciosa. Sus vinos hablan por sí solos del respeto con el que esta viticultura trabaja las bellezas de la sierra –microparcelas de viñedo privilegiado, que suman 8,5 hectáreas, entre Labastida y Rivas de Tereso–, sin apenas intervención, y prescindiendo de las barricas para fermentar en ánforas, en busca de la frescura y la autenticidad.
Bárbara Palacios – BARBAROT: Nacida en el seno de una eminente familia de bodegueros, Bárbara vuela en solitario desde 2005, cuando decidió regresar a su tierra riojana –tras formarse en Burdeos y recoger experiencia por el ancho viñedo global, desde Pomerol al valle australiano de McLaren y desde Toscana a Nueva Zelanda, pasando por California y Argentina– crear su propia bodega y dar a luz Barbarot, que asocia sus dos amores –tempranillo y merlot– en un coupage inédito en Rioja.
Óscar Alegre y Eva Valgañón – ALEGRE & VALGAÑÓN: Tierra ignota para muchos, Fonzaleche es el último pueblo de La Rioja, al borde del páramo mesetario del Norte. En las laderas de los Obarenes se esconden las 17 parcelas de viñedo –15 hectáreas– que la familia Valgañón cultiva desde hace más de un siglo. Eva y Óscar han recogido el testigo para mimar las viejas viñas y elaborar, en una pequeña bodega de Sajazarra dos vinos inspirados en la tradición y la fascinación del descubrimiento.
Bryan MacRobert – MACROBERT & CANALS, LAVENTURA: Nacido en Ciudad del Cabo, Bryan MacRobert se formó como enólogo en Stellenbosch y se “aventuró” en el Priorat. Aunque continúa ligado a su tierra, desde 2013 este viticultor trotamundos está asentado en Logroño, en una pequeña bodega urbana donde imagina blancos y tintos a partir de tempranillo, garnacha, viura y malvasía. Su lema lo define a la perfección: «Quien no se aventura, no ha ventura».
Pequeños elaboradores con nombres que empiezan a sonar con fuerza. En un mundo teñido de colores ya algo ajados, cada vez más globalizado e industrializado, esta cuadrilla rebelde busca su espacio propio sin entrar en conflicto con nadie. Y llegan con una paleta de colores propia, “vinos libres en donde el trabajo a pie de viñedo y el respeto a los tiempos que pida la viña sean los que marquen el paso”.
Me subo al tren de esta nueva Rioja que pide paso con frescura, descaro y, sobre todo, con buenos vinos. Porque como se decía en la España del Siglo de Oro, “llegan sin prosapia ni hidalguía, ya que al final es el vino el que a todos iguala”. Tomen nota, señores, de sus nombres y apellidos. Son los chicos de Rioja’n’Roll, ¡oooohhyeahhhh!
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