Estupendo artículo el firmado en El Mundo por Raquel Villaécija. Un texto que nos da una visión diferente sobre lo que significa descorchar una botella de vino y nos hace pensar en todo el trabajo que tiene detrás, admirable quehacer que en ocasiones no apreciamos. Al final, la conclusión es la de siempre: “Con una buena uva puedes hacer un buen vino o un mal vino, pero con una mala uva sólo puedes hacer uno malo”.
“Alfonso Alonso trabaja en la Milla de Oro de la uva, en el triángulo vitivinícola más próspero de la zona de Ribera del Duero. Aunque en casa del herrero apenas se bebe vino. El que se encarga de mimar la cepa no degusta su fruto con especial pasión. Toda la dedica, sin embargo, a su cuidado. Su cometido es hacer crecer racimos premium, de la mejor calidad posible. Su labor empieza antes de que estos hayan brotado y acaba cuando otros los encierran, ya desbrozados, entre barricas.
Como oficina Alonso tiene 20 hectáreas de campo y él es como una especie de explorador que se mueve con la tierra bajo los pies, no en los túneles de las bodegas. Tiene una máxima, la que le guía en el complejo proceso de criar y hacer crecer la vid: «Con una buena uva puedes hacer un buen vino o un mal vino, pero con una mala uva sólo puedes hacer uno malo».
Este ingeniero agrónomo supervisa los trabajos en el horizonte de cepas desnudas de Pago de las Solanas, en la localidad vallisoletana de Olivares de Duero. La cosecha ya pasó y ahora toca mimar la tierra, alimentarla y observar cómo evoluciona para lograr que florezca «la mejor uva posible». Ésa que si se trabaja bien después, permitirá lograr «ese buen vino» que sólo sale de la buena uva. Hace unos días acabaron con la poda en seco. Alfonso habla de lo que crecerá la rama cuando llegue la primavera, de pulgares, pámpanos,brotes y racimos.
En sus jornadas no hay devoción por Baco sino trabajo y curiosidad por un cultivo creativo, que da mucho juego. Por eso eligió la vid: no porque le guste especialmente el caldo, sino porque «es el cultivo más complejo que hay. Puedes manipularlo y jugar con las distintas variables durante todas las etapas del proceso para conseguir un vino concreto», dice el responsable de campo de los viñedos del grupo Matarromera en Ribera del Duero.
Se podría decir que su trabajo diario consiste en estudiar la genética del vino: observa las cepas, cómo y por dónde respiran. Examina la uva, su PH, el azúcar… Mira al cielo, aunque dependiendo de los meses prefiere que llueva, «si ya ha crecido la uva», o no. Ningún fruto es igual que otro. En función «de los cuidados que haya recibido los resultados son distintos.El campo es sólo una parte de un proceso muy complejo. El primer paso es lograr una buena uva y luego tienes que trabajar para poder sacar un buen caldo», explica. Esta manipulación de la materia prima, en la tierra y en bodega, permite sacar mil aromas y sabores diferentes, experimentar con todas las variables. «El vino es un ser vivo, tienes que estar cuidándolo y trabajando para que tenga los resultados que esperas», remarca.
«Después de la vendimia, cuando empieza el frío, la cepa entra en parada vegetativa. La savia para de fluir y por eso se secan los brotes. Es cuando hacemos la poda en seco. Hasta que no empieza la primavera la planta no despierta y vuelve a generar los brotes», explica Alonso. De todos los trabajos de campo, éste, dice, es uno de los más creativos y complejos. Permite inventar sabores, con unos matices u otros, más o menos sutiles. Juegan sus cartas el olfato, el paladar y la mano de Alonso y su equipo. El resultado de sus experimentos en la tierra se aprecia con los cinco sentidos. Un trabajo bonito «pero que se ve a largo plazo. Un gran reserva, por ejemplo, tarda cinco años en madurar», explican en la bodega.”
(Fuente: El Mundo. Artículo extractado)
Para pensar en ello…
“España es el primer productor mundial de vino. Las exportaciones alcanzaron en 2015 casi los 24 millones de hectolitros por valor de 2.638 millones de euros, batiendo un nuevo récord tanto en valor como en volumen. El podio mundial del vino se lo disputan cada año los tres principales referentes internacionales: Italia, España y Francia. Según cifras del Icex de 2014, España lidera el ranking por superficie plantada, fue el primero en producción de vino en la campaña 2013 y 2014, superando a Francia e Italia, y fue el primer exportador mundial en términos de volumen, aunque tercero por valor. Esto es porque vende sus vinos a un precio más bajo que otros países y porque vendemos mucho vino a granel a algunos de nuestros principales competidores”.