El invierno y el frío hacen que nuestro organismo proteste y se rebele pidiendo tregua y alguna que otra alegría. El vino puede ser un buen antídoto, incluso necesario, ante el desánimo que producen estos días tristes tan propios de final de febrero. Leyendo el otro día un artículo –humorístico, quede claro– de los compañeros de Vinetur, detecté en mi propio cuerpo varios de los síntomas que denotan la falta de vino y de bienestar físico y mental. No lo dudes, si sientes alguna señal parecida a las siguientes, ¡hay que ponerse “manos a la obra”!
Adviertes la boca seca: no busques saciar tu sed con cualquier bebida, las dulces por ejemplo sólo arreglan tu problema por un rato. Una copa de vino lubrica las mucosas en la boca y la garganta, consiguiendo que la humedad permanezca y nos proporcione placer al evitar la sequedad bucal.
Tienes la piel seca: ¡cuidado!, la piel seca es uno de los primeros síntomas de la deshidratación. La falta de líquido impide que sudemos y limpiemos nuestro organismo. Hidrátate con una copa de vino de calidad.
Sientes sed: nuestro organismo es la máquina más perfecta del Universo, si protesta escucha sus quejas. El vino aporta el líquido necesario para que el cerebro calme sus inquietudes y trabaje mejor.
Notas tus ojos secos: sin la ingesta necesaria de vino tus ojos se tornan secos y rojos. No dudes, bebe vino en su justa medida.
Te duelen las articulaciones: el vino es una de las bebidas más ricas en sales minerales, imprescindibles para que nuestros huesos se mantengan en forma y no den señales de vejez y falta de dinamismo. La solución es sencilla, acude a tu bar de confianza y pide un vaso de vino.
Tu masa muscular disminuye: lógico si no tomas vino antes y después de tus actividades físicas habituales. Con él se reducen tanto las inflamaciones como el dolor propio del duro ejercicio.
Estás enfermo y no te recuperas: la carencia de vino propicia un mal funcionamiento de nuestro cuerpo que siente cómo es incapaz de eliminar las toxinas. Imprescindible para el buen funcionamiento de nuestras defensas.
Te sientes cansado: primer síntoma de la falta de vino. Olvídate de bebidas energéticas y de complejos vitamínicos, el vino es un compendio de cualidades que compensa la deshidratación y la falta de oxígeno. En cuanto sientas los primeros síntomas de cansancio, descorcha una botella de vino y disfruta de sus beneficios.
El hambre te domina: si sólo piensas en acercarte al frigorífico o a la despensa en busca de algún embutido, no hay duda, sufres déficit vinícola. El vino aporta sales minerales, imprescindibles para los quehaceres diarios.
Sufres envejecimiento prematuro: la constancia es fundamental para paliar este problema. Cuanto mayor te haces, la cantidad de vino que nuestro organismo es capaz de contener se reduce. No pierdas tiempo y habitúate desde ya al consumo de vino, así reducirás riesgos de envejecimiento prematuro.
Has leído el artículo hasta el final: es la prueba del algodón. Si te sientes identificado con este texto puede que consideres la posibilidad de que no pones suficiente empeño en cuidar tu cuerpo. No lo dudes, deja de leer y sírvete un buen Rioja. Siempre es mejor prevenir que curar.
(Fuente: Vinetur. El Vino Today – Artículo de humor exagerado)