No conozco mejor manera para estar al día en cuestiones de estricto chiquiteo que practicar, y si esta rutina la cultivas con los amigos, mejor que mejor. Tomar unos vasos bien acompañado en tus bares de confianza, lugares en general llevados por prácticamente colegas tras tantos años de dura aplicación, es la mejor escuela para conocer los derroteros del Rioja. Y en ésas me encontraba, alternando, cuando el amigo Pedro Cárcamo, que con tanto acierto regenta desde hace años el Tastavin de la logroñesa calle de San Juan, me sorprendió al pedir un Roda –de vez en cuando hay que darse un homenaje- con un sorprendente artilugio que mereció la pregunta de rigor: “Pero Pedro, ¿qué es eso?”.
Y la verdad es que al bueno de Cárcamo se le escapó una pequeña sonrisa, porque el Coravin es “el niño de sus ojos”. Lo primero que sorprende –aparte de verlo armado de semejante ingenio– es que la botella no necesita ser descorchada para servir la copa de vino, todo un invento que evita la oxigenación del tinto que no va a ser consumido. “Es lo último en tratamiento de vacío. No hace falta retirar ni la cápsula ni el corcho, colocas el Coravin sobre el cuello de la botella e introduces, a través de una aguja fina y hueca que perfora el corcho, gas argón, incoloro e inerte, que presuriza el contenido. Una vez que todo está en su sitio, únicamente resta servir el vino accionando un pequeño gatillo y permitiendo que el líquido fluya por la aguja”. El argón que presuriza la atmósfera interior de la botella es un gas noble que cuenta con una reactividad química muy baja, sin ningún efecto sobre el vino.
Al servir la copa, se retira el Coravin –y con él la aguja que había penetrado la cápsula– y el corcho se resella al expandirse de nuevo. El vino sobrante nunca entra en contacto con el oxígeno, por lo que simplemente continúa su evolución en botella sin noticias de una oxigenación indeseada. Tan sencillo como la operación descrita, que apenas dura veinte segundos. ¿Cuánto cuesta este exclusivo escanciador Coravin? Hablamos de 299 euros más las cápsulas de gas que rondan los 25. La calidad tiene su precio.
Una vez servida la copa, toca disfrutar del excelente reserva de Haro. Ya era hora… ¡salud!