Al pan, pan y al vino, vino. El refranero popular resume perfectamente cómo enfoca el presidente de La Rioja, José Ignacio Ceniceros, la polémica suscitada por el peneuvista Ramiro González, diputado general de Álava. “La marca Rioja es el reconocimiento al prestigio y la calidad. Su uso es intransferible y estará reservado para quienes se queden. Las aventuras tendrán que buscarse otro nombre propio”.

Este argumento coincide plenamente con el mantenido por el presidente del Consejo Regulador, José Ignacio Daroca, “el término Rioja no podrá utilizarse en una nueva denominación en el caso de que llegue a crearse”. En todo caso, Daroca está abierto a una reforma del reglamento para equiparar en las etiquetas la subzona alavesa al nombre de Rioja si se presentara y en votación resulta aprobada. A día de hoy el reglamento dice así: “la letra de otras indicaciones no podrá ser mayor de dos tercios del tamaño del nombre que tenga Rioja”.

Desde Bilbao la respuesta no se ha hecho esperar, “lo dicho por el presidente de La Rioja y antes por el responsable de la denominación revelan muy poco respeto, mucha prepotencia y muy poca consideración hacia Rioja Alavesa”. El PNV parece haber olvidado las palabras de González cuando afirmó, textualmente, en la Fiesta de la Vendimia celebrada en Elciego: “Al otro lado del Ebro sólo se piensa en la cantidad, aquí en la calidad”. Parece claro que, en este caso, existen dos varas de medir para los términos respeto, prepotencia y consideración. ¡Qué atrevida es la ignorancia!… volviendo de nuevo a la sabiduría popular.

A día de hoy las pequeñas y medianas bodegas alavesas representan apenas el 5 por ciento de la totalidad de la Denominación y poco más del 15 por ciento de la Rioja Alavesa. Por otra parte, el Grupo Rioja, que exporta el 80 por ciento del vino producido en esta subzona, hace días que se desmarcó de las tesis del diputado general de Álava.