Ya que parece que está de actualidad, voy a sumarme a “la moda de los tickets”, pero esta vez para reivindicar lo nuestro. Tres tristes tickets, que no tres tristes vinos, demuestran que nuestros amigos franceses viven en un mundo diferente al nuestro. Ni mejor ni peor, simplemente económicamente un escalón –o dos- por encima de nosotros. La hostelería francesa camina en lo que se podría calificar como “verso libre”, aunque eso sí, con unas cartas de vinos que hacen sonrojar a más de uno por su variedad y calidad.
En una pequeña escapada a Toulouse para conocer los vinos de Gaillac, no tuve que investigar mucho para darme cuenta que el tema del chiquiteo es ajeno a su filosofía de vida. Lo suyo es más de terraza y conversación sobre temas de gran importancia como la vida y su trascendencia –supongo- que de otros banales más propios del feliz tránsito de bar en bar. Lógico, ¡con esos precios! Sigue leyendo