Desde que en el año 1893 Wenceslao González llegó a Labastida hasta que en 2003 su biznieto Jesús González se lanzara a comercializar el vino de sus viñas embotellado, apostando más por la calidad que por la cantidad, han pasado 110 años. Un siglo largo en el que los González de Labastida han cambiado su profesión de toneleros por la de propietarios de una bodega con 20 hectáreas de viñedo propio.
La oferta de Bodegas González Teso es amplia dentro de los tintos: Gontés, Gontés Media Crianza, Gontés Crianza, Gontés Expresión y Olmo 34. Es precisamente este último el más personal de todos ellos, un vino peculiar y dispar que llega de la democrática unión de las cuatro variedades tradicionales de La Rioja. Porque es este coupage su principal característica: al 25 por ciento –nada más igualitario- se ligan tempranillo, garnacha, graciano y mazuelo. Valentía no le falta al enólogo labastidense.
Jesús González juega de nuevo con la sorpresa en este tinto, que toma su nombre de la calle donde se encuentra la bodega, en su manera de elaborarlo. Las cuatro variedades fermentan juntas –lo habitual es que lo hagan por separado-, lo que da a esta añada 2009 una personalísima percepción en boca, cercana a la de algunos blancos con empaque, con ligeros recuerdos a frutas tropicales como el mango y la papaya. ¿Posible?, lo es; ¿acertado?, bueno… Cuestión de gustos.
La sensación que nos queda al dejar la copa para que nos la rellenen, porque la personalidad de su sabor nos pide una comprobación, es la de un vino acompotado, con llamadas finales del roble y la siempre presente uva. Como bien lo define su autor, “es Rioja, por supuesto, pero atípico. Y lo es también respecto al resto de mis vinos”. Sólo llegan al mercado 2.500 botellas a 15 euros de este peculiar vino. Hay que hacerse con una de ellas para probar algo diferente y, sin duda, aconsejable.