¡Qué bueno es tener amigos! Y sobre todo que se acuerden de ti. Los chicos de la marca de motos KYMCO, que estos días andan de celebraciones por sus veinte años en España, nos invitaron a un grupo de periodistas a Bodegas Marqués de Riscal para compartir mesa y mantel en el deslumbrante hotel diseñado por Frank Gehry. Buen plan, sin duda; pero, a veces, lo bueno puede mejorar. La verdadera alegría llegó cuando nos comentaron que, en la visita a la bodega, degollarían un par de botellas de uno de sus grandes reservas en el cementerio de sus calados.
El objetivo del degüello de un tinto decano es evitar que virutas de los corchos de estas botellas históricas –con decenas de años de vida y que se rompen con facilidad- caigan en el vino. Normalmente se hace con añadas de más de cincuenta años, pero como KYMCO llegó a España en 1994, ésa fue la elegida; cosecha por otra parte calificada como excelente.
La técnica es muy sencilla. Se da calor al cuello de la botella con unas tenazas al rojo vivo y luego se aplica con un pincel, rápidamente, agua helada en la zona. El radical contraste de temperatura hace que el cristal quiebre con un corte limpio. Cuando oyes el “clic” de la mella, algo te emociona. Veinte años después de la vendimia del ’94 el vino llega a tu copa. ¿Dónde estábamos en aquel año que ya parece de otra época? Mejor dejarlo pasar…
Apenas diez minutos de oxigenación en copa y trago largo. Vivo, potente, amplísimo en todos los sentidos. El lugar acompaña, estamos en el cementerio de Riscal. Palabras mayores. Luego vino el ágape en el hotel regado con un magnífico Reserva 2009. ¿Que con cuál me quedo? Por favor… ¡dame ese clasicazo Gran Reserva 1994!